Siempre he renegado de ti. He dicho a todos mil veces que no me gustas, lo imperfecta que eres. Que tienes estrías por todas partes. Que la celulitis se nota a kilómetros en tus muslos. Que tus pechos están caídos y no son estéticos. Que mira con qué cara te levantas, ojerosa y llena de acné. Se podría decir que te odiaba, es más, he llorado muchas veces por tener que soportarte tal y como eres. Porque no se suponía que tenías que ser así. Porque tu barriga no debía formar pliegues al sentarte. Porque una 36 te debía entrar. Porque no deberías tener papada cuando miras hacia abajo. Porque tus piernas son demasiado robustas y descompensan tu cuerpo. Sin embargo, hoy he decidido confesarte mi amor. Perdóname por todo lo malo que pensé de ti. Ni tu celulitis, ni tus estrías, ni tu acné me harán que me aleje de tu lado. Estaré siempre para cuidarte y protegerte hasta el fin de mis días, y jamás haré nada que haga que te vayas de este mundo antes de tiempo.