Como siempre, querido diario, sólo acabo viniendo aquí cuando me suceden cosas que no puedo hablar con nadie más que contigo.
Dicen que después de la tormenta llega la calma, y así ha sido, pero esta no es todo lo apacible que debería. He pasado meses devastada, lo cual me ha provocado serios problemas de ansiedad. A veces soy capaz de lidiar con ellos, otras veces sólo puedo intentar no vomitar y dejar de hiperventilar. Son las secuelas de soportar más de lo que se debe. Sin embargo, a ojos de otros puede que yo no sea aquí una víctima sino la causa del dolor, lo cual también es algo que me atormenta.
Por una parte, las heridas aún no han cicatrizado. Todo acabó abrupto, tenso... Y con ganas de hacer daño por su parte. Odié todo, pensé de verdad que podríamos ser amigas. A veces el ser humano es tan complejo...
Me pregunto qué será de ella, si me echará todo el cara si le hablo, qué me habrá dicho en aquel último mensaje de voz que nunca abrí. Pero no sé si quiero saberlo y estropear mi precaria felicidad.
Por otra parte, una nueva esperanza está delante de mí. Es cálida y brillante, y no teme prometer cosas. Hasta el momento no hay indicios para desconfiar en que todo vaya a ir según lo planeado, pero dentro, muy dentro de mí siento que el drama llegará este año a mi vida. Ojalá nunca llegue. Ojalá me enamore hasta las trancas y todo sea precioso, porque de verdad que ambas lo merecemos. El problema viene cuando alguien lleva tiempo ocupando tu corazón y aunque quieres echarla se hace difícil cuando vas a tenerla en clase todos los días sentada al lado. No sufro porque no esté conmigo, sino por no querer igual a la que de verdad debería adorar a pesar de lo maravillosa que es. Pero estas cosas no funcionan así, ¿verdad? Aunque... ¿qué hacer? ¿Esperar eternamente a una persona que es feliz con otra y es posible que jamás me vea como algo más o salir con alguien de quien aún no estás enamorado e intentar enamorarte? Si salgo con ella y no me enamoro... Me da miedo romperla. Aunque tampoco es que sea culpa mía, supongo. Una lo intenta, tiene claras sus prioridades. Es sólo que el corazón es tan caprichoso...
Tengo miedo, eso es todo.
Quiero convencerme de que no se puede vivir así, que eche coraje y lo haga lo mejor que pueda, como siempre aunque todo me salga mal. Sólo espero que este año las cosas no se me hagan muy cuesta arriba y que, al contrario, sea el mejor que haya vivido hasta ahora. Por lo pronto tengo noche de pelucas y drag queens nada más llegar a Barcelona. Creo que me esperan muchas cosas bonitas cuando llegue, y eso es en todo lo que quiero pensar.
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